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actualizado en Septiembre 2011

Alborea el siglo VIII, y las tropas musulmanas, bajo el mando de Tarik, se aproximan a las murallas toledanas. Los cristianos, temerosos de que los árabes pudieran profanar una imagen del cristo crucificado que se veneraba en una pequeña iglesia, cercana a la Puerta de Valmardón, deciden esconderla practicando, al efecto, un hueco en uno de los muros interiores del templo. Antes de tapiarlo, encienden una lamparilla de aceite y la depositan en el hueco, a los pies de la cruz.
Aquel hecho quedo olvidado con el paso del tiempo, y años después, los conquistadores de la ciudad, fijan sus ojos en la pequeña iglesia y la convierten en mezquita, una más de las que existieron en "Tolaitola" durante la prolongada ocupación árabe.

Siglos después, un nuevo ejército se presentaría ante las magníficas fortificaciones de la ciudad. Las tropas cristianas se aprestan a reconquistar la antigua corte visigoda, y tras largo asedio logran su objetivo, un día 25 de Mayo del año 1085. Ese día Alfonso VI, rey castellano, acompañado por Rodrigo Días de Vivar, El Cid Campeador, entra victorioso en Toledo, a través de la Puerta Vieja de Bisagra.
Cuando el séquito real se dirige a la Puerta de Valmardón, y al pasar frente a la mezquita, acontece un hecho portentoso: El caballo del rey se arrodilla, y hace lo propio, inmediatamente, el corcel del Cid Campeador. Alfonso VI y sus acompañantes lo interpretan como un mensaje divino. El obispo don Bernardo solicita al rey, permiso para efectuar en la mezquita un detenido registro, pues opina que aquella señal del cielo está relacionada con algo que sucede en el pequeño templo musulmán.

En el transcurso de las indagaciones, llevadas a cabo por los propios soldados castellanos, una de las piquetas golpea un espacio del muro que suena a hueco, y ante el asombro general, queda descubierto el crucifijo y la lamparilla, que aún continuaba luciendo después de más de trescientos años.

Una losa blanca, frente a la entrada de la mezquita, indica el lugar en el que, según la leyenda, se arrodillara la cabalgadura del rey, lo que motivó el posterior descubrimiento de "El Cristo de la Luz", nombre con el que, a partir de entonces, se conocería ya la bella mezquita.

Juan Luís Sobrino

Entre Mundos.

 

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